La estrategia que tengo para vencer el desánimo es descansar en las promesas del Señor, depender de sus fuerzas y no de las mías

Un nuevo año siempre nos inspira a fijarnos retos, planes y propósitos; particularmente, al iniciar el mes de enero hago una lista de mis metas, enumero los recursos que necesito y las estrategias para alcanzarlas en el tiempo establecido. Por ejemplo, cuando escribo un libro, determino la fecha de inicio y de culminación y evito que cualquier cosa me distraiga o me saque de ese propósito.
Cada vez que estamos cerca de conquistar un sueño, el enemigo de nuestras almas utilizará el desánimo con el fin de derrotarnos. Las personas que se desaniman son aquellas que tienen una visión, rara vez el desánimo toca el corazón de la gente que no sabe a dónde va.
La estrategia que tengo para vencer el desánimo es descansar en las promesas del Señor, depender de sus fuerzas y no de las mías. Cuando Josué se preparaba para dirigir al pueblo de Israel hacia la conquista de la tierra prometida, Dios le ordenó: “¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas” (Josué 1:9).
Cada vez que te dirijas hacia a tus metas recuerda que Dios ha prometido estar contigo en todo momento, lugar y circunstancia, no te dejará ni desamparará; así como estuvo con Moisés y con Josué en el pasado, está contigo ahora; solo solicita de ti dos cualidades indispensables para alcanzar la victoria: ¡Esfuerzo y valentía!
El Diccionario de la Real Academia Española dice que el esfuerzo “es el vigor o actividad del ánimo para conseguir algo venciendo dificultades”. Los obstáculos son una constante en toda visión; quizás se interpongan en tu camino la crisis económica del país, los escasos recursos, la falta de apoyo, pero con voluntad firme, pasión y perseverancia, sin desviar la mira del objetivo, caminando siempre hacia delante, celebrarás la victoria.
Y en cuanto a la valentía, te puedo decir que el miedo ha penetrado en los corazones de los hombres y mujeres de éxito. Estoy convencida de que Josué sintió temor cuando murió Moisés y debió guiar a un pueblo inexperto en las artes bélicas hacia la batalla por la conquista de Canaán. Únicamente su confianza en Dios le infundió valor para asumir semejante reto.
El esfuerzo y la valentía lo alcanzarás con oración y con el conocimiento de la ley de Dios.
No en vano Dios le dijo a Josué: “Recita (declara) el libro de la ley (la Biblia) y medita (piensa) en él de día y de noche; cumple (obedece) con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito” (Josué 1:8).
Liliana González de Benítez
Periodista y autora
lili15daymar@hotmail.com