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Venezuela entró en colapso

No, no es una frase alarmista, es la realidad pura y dura. Han sido muchos años de descuido, falta de mantenimiento e inversión, obras inconclusas, impericia por parte del personal nombrado ejecutivamente sin mediar la meritocracia, entre otras tantas causales para que TODA la infraestructura de Venezuela esté al borde del colapso total.
Para entender mejor la magnitud de lo que significa ‘colapso’, acudiremos a dos de las cinco definiciones que nos ofrece el Diccionario de la Real Academia Española:
«Viene del latín ‘collapsus’: caer, arruinarse.
1.- Destrucción, ruina de una institución, sistema, estructura, etc. 2.- Paralización a que pueden llegar el tráfico y otras actividades».
¿Alguien duda en la Venezuela actual que nuestra nación, sus instituciones, estructuras, servicios básicos, instalaciones hospitalarias, educativas, de telecomunicaciones, empresas básicas y petroleras, la economía, nuestro signo monetario, el poder adquisitivo y un largo etcétera están en ruinas?
El Covid-19 vino a acelerar el colapso nacional para la ya depauperada y oprimida población; pero les ha hecho un gran favor a los responsables de este colapso, pues le ha encerrado a la población retrasando la inminente explosión; porque ninguna nación del mundo puede sostenerse por mucho tiempo cuando la totalidad de sus instituciones e infraestructura están colapsadas y mucho menos cuando los responsables del caos no tienen la capacidad de responder a las exigencias de un país en bancarrota.
A una nación en shock puede parecerle increíble el estado en el que ha caído su país, pero para quienes estaban advertidos por Dios desde hace más de tres décadas de que así sería, el estado actual de Venezuela no les extraña, aunque sí les duele. El Señor dijo: «Venezuela llegará al colapso total antes de su libertad»; y así Dios se lo ha revelado en visiones y sueños a cientos de cristianos, tanto dentro como fuera del país.
Es lamentable que una nación tan bendecida por Dios llegue al colapso, pero eso es una muestra clara de lo que el pecado personal y colectivo puede hacer en cualquier país, más cuando la tan anhelada unidad de propósito de la iglesia del Señor no se ha cristalizado. Dios responde a las oraciones de su pueblo, siempre y cuando este actúe conforme a su divina voluntad, pero la oración debe ir acompañada de humillación y arrepentimiento (2 Crónicas 7:14).
Muchos señalan a los políticos como los culpables, otros a los partidos opositores de no ponerse de acuerdo, la inmensa mayoría culpa al gobierno por llevar a Venezuela al colapso; todos esos argumentos desde una mente natural se perciben como correctos; pero si los vemos desde la perspectiva de Dios, desde la mente espiritual, resulta que a quien le entregó el Señor la autoridad de una nación es a la Iglesia, la sal y luz del mundo; por lo tanto, hasta donde ilumine la Iglesia se disiparán las tinieblas y de acuerdo con la intensidad de la sal será preservada la nación de la descomposición social y moral.
Sé que muchos objetarán estas afirmaciones, pero es lo que la Biblia nos enseña. Si leemos la Palabra de Dios sin visiones personalistas, llegarán a las conclusiones que su servidor ha expuesto, es lo que el Señor me ha mostrado que ha pasado con Venezuela.
Entonces, ¿cuándo y cómo terminará esta pesadilla nacional? Cuando lamentablemente todo lo que falta colapse y el pueblo del Señor se una en un solo clamor, aquel que sale desde lo más profundo del espíritu. El colapso es parecido a los dolores de la parturienta, que cuando comienza la labor de parto es cuando más gime y clama hasta que la criatura nace, llora y es limpiada. Eso es lo que sucederá en muy poco tiempo, porque la Iglesia de Jesucristo terminará haciendo lo que debimos hacer sin necesidad de llegar al colapso y al doloroso parto.
Tomaremos prestada la frase del apóstol Pablo a los Gálatas (4:19): «Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto hasta que Cristo sea formado en ustedes»; el remanente fiel del Señor sobre quien descansa la responsabilidad espiritual de nuestra nación ‘volverá a sufrir dolores de parto hasta que Cristo sea formado en nuestro país’ y nazca así la Nueva Venezuela; la Venezuela del propósito divino, la que será muy pronto antorcha encendida para las naciones.
La afligida, colapsada y desamparada Venezuela tiene al Señor Todopoderoso de su lado, Él la hará fructificar para su gloria eterna. Pronto lo verán nuestros ojos ante la atónita y maravillada mirada del mundo entero. Y esto es debido a que Jesucristo es el Señor de Venezuela.

Georges Doumat B.

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