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Vida en la Palabra: Año Nuevo, Hábitos Nuevos

(Liliana Daymar González – Periodista).-

A menudo, en nuestras plegarias y oraciones, solemos decir: ¡Dios mío, cuídame!, ayúdame, concédeme, aliéntame, fortaléceme, prospérame, me, me, me… Parecemos ovejitas pedigüeñas, eso no es malo, de hecho es bueno depender del Señor. Pero, ¿qué estás dispuesto tú a hacer o a dejar de hacer para agradar a Dios? ¿Cuáles son tus ofrendas espirituales para honrar a Cristo?

Muchos de nosotros únicamente pedimos, no estamos dispuestos a dar y menos a cambiar. Aunque la misericordia de Dios es infinita y su gracia nos arropa, jamás experimentaremos a plenitud todo lo que Dios tiene reservado para nosotros sino asumimos la decisión de cambiar nuestros malos hábitos por amor a Él. Mira lo grande de su promesa: «Cosa que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman» (1ª Corintios 2:9). Él tiene listo para los que le amamos bendiciones que ni siquiera hemos imaginado. Ya están disponibles, sólo hay que perseverar para alcanzarlas. Y la única manera posible, es obedeciendo su ley; Jesús dijo: «Si me amáis, guardad mis mandamientos» (Juan 14:15).

Aunque te consideres una buena persona, sirvas en la iglesia, ores, apoyes a los necesitados sino obedeces a Dios ni cambias tus malas costumbres por los hábitos que Jesús nos enseñó, ten por seguro que no disfrutarás de la vida abundante y plena que Él tiene preparada para ti.

En estos años andando con el Señor he entendido que Dios quiere ver transformaciones en las vidas de sus hijos. Como el mejor de los Padres, tiene el anhelo de vernos caminar en sus propósitos buenos, agradables y perfectos para que nos vaya siempre bien.

Debemos dejar la terquedad y asumir la decisión de cambiar nuestros lados negativos. Los cambios deben ser lentos y progresivos para que se conviertan en hábitos. Hay que tener muy claro lo que se está dispuesto a abandonar por amor a Cristo. Por ejemplo, el hábito de hablar mal de los demás, de mentir, de gritar. Si eres una persona propensa a la ira, y sabes que esa actitud es una calle de doble vía donde dañas a los otros y a ti mismo, trasforma esa actitud. ¿Cómo? Debes permanecer en un estado de conciencia de tus sentimientos para controlarlos de inmediato. Toma una bocanada de aire antes de explotar en cólera, piensa en esos segundos que Cristo vive en ti y tú en Cristo, calla, apártate y ora. Así, con algo de práctica lograrás transformar una mala actitud en un hábito de tolerancia para vivir en un estado de paz y alegría.

Hay cambios que sanan, conceden libertad y plenitud, sólo tú sabes a lo que debes renunciar para darle paso a la nueva vida en Cristo.

lili_vidaenlapalabra@hotmail.com

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