(Liliana Daymar González – Periodista).-
¿Has notado que ciertas personas parecen llevar puesta una túnica de colores? En mi pueblo le decimos que están enmantillados porque todo lo que tocan prospera. Siempre están en la cima, avanzan, triunfan, prestan y nunca piden prestado; son benignos y justos, sus tierras son fructíferas y sus hijos parecen árboles plantados junto a corrientes de agua, echan raíces, crecen y florecen. En realidad están vestidos como escogidos de Dios, la mano del Padre los sostiene porque mantienen un corazón consagrado a Él.
¿Deseas vestir una túnica de colores? Estoy segura que sí. Te voy a dar el secreto para que brilles en público. Comienza cada día encontrándote con Dios. Elige un momento y un lugar privado donde nadie pueda interrumpirte, así como los enamorados planifican sus citas programa tu encuentro diario con el Espíritu Santo. Lleva la Biblia, un devocional, música de adoración, una pequeña libreta y un lápiz para escribir todo lo que Dios hable a tu corazón. Cuando tomas la firme decisión de pasar tiempo con Dios y eres fiel al preferir esos momentos que ninguna otra cosa en el mundo, vas a notar la gran diferencia en tu vida.
Las matemáticas de Dios dicen que tu vida pública es proporcional a tu tiempo con el Señor en privado. Cuanto mayor sea la disposición de tu tiempo a solas, orando y meditando en las sagradas Escrituras mayor será el destello de tu túnica de colores en público. El Maestro lo dijo así: «Tú cuando ores, entra en tu cuarto, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público» (Mateo 6:6).
¿Estarías dispuesto a ocultarte de tu vida pública para pasar tiempo apartado con Dios? Si es así inicia un ayuno de tiempo. Ayuna de televisión, internet, celular, facebook, twitter. Dile ¡no! a todo aquello que te gusta mucho pero sabes que te distraerá de tu objetivo principal: Una relación personal y diaria con el Espíritu Santo.
Cuando tomas la decisión más importante y trascendental de tu vida comienzas a intercambiar cargas con Cristo. Recibes Su Gloria en lugar de cenizas, óleo de gozo en lugar de luto, el manto de alegría en lugar del espíritu angustiado (Isaías 61:3). Le das tu cansancio y Él te hace descansar. (Mateo 11:28). Le entregas tus temores y Él multiplica tus fuerzas. (Isaías 40:29-31). Obedeces Su Palabra y recibes Sus promesas (Juan 14:15). Le das lo imposible a cambio de lo posible (Mateo 19:26). Tus preguntas por Sus respuestas (Jeremías 3:33). Tu arrepentimiento por Su perdón (Hechos 3:19). Tus enfermedades por Su Sanidad (Isaías 53:4-5). Tu prisión por libertad (Deuteronomio 30:3). Y tu fe a cambio de Vida Eterna (Efesios 2:8).
En toda las Escrituras vemos que antes de que Jesús hiciera algún milagro, oraba. Antes de tomar decisiones, oraba. Antes de reaccionar ante algo o alguien, oraba. Antes de hablar, hacia una pausa, y oraba. «Sed, pues imitadores de Dios como hijos amados» (Efesios 5:1). Persevera en oración y no desmayes, decide hoy hacer un pacto con Dios, rinde tu corazón a Él con amor apasionado y todos verán su Gloria sobre tu túnica de colores.
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