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Burla en medio del dolor

/ EFE

La fotografía que acompaña el presente artículo es más que elocuente, es indignante. La misma tiene la siguiente descripción: «Piñateros de la Ciudad de Guatemala se las ingenian para seguir vendiendo, ahora producen piñatas con temática del virus Covid-19» (14 de abril de 2020, EFE). La misma nos ha llevado a reflexionar y escribir lo que el Espíritu Santo nos ha inquietado.
El Covid-19 nos ha dejado hasta los momentos más de 3.700.000 contagiados y más de 263.000 muertes en el mundo; cifra lamentable que tiene a los cristianos en permanente clamor a Dios, al planeta en cuarentena, a la economía en banca rota y a familias y amistades distanciadas. Esto debería ponernos a reflexionar.
Pero en vez de eso, muchos hacen chistes y se burlan de la pandemia en medio del dolor de miles de familias en el mundo. Eso, además de ser un irrespeto para con los contagiados y afectados, así como un irrespeto a la memoria de quienes han fallecido y una burla para sus familiares en medio del dolor que ocasiona el duelo, más cuando muchos de ellos no pudieron darle una sepultura digna rodeados de sus seres queridos.
Estos fabricantes y vendedores de piñatas de Guatemala, además de la burla abierta contra todos los afectados por el Covid-19, son unos promotores de la violación al distanciamiento social y la cuarentena, mientras la mayoría de los comercios están cerrados en gran parte del mundo, esta piñatería está abierta y ofrece sus productos alusivos al Covid-19. ¿Acaso no están prohibidas las fiestas en Guatemala? ¿Es correcto festejar con imágenes alusivas a un virus que tiene al mundo sumido en dolor y muerte?
El Señor ha permitido esta pandemia para tratar con la humanidad, pero hay quienes que, en vez de arrepentirse por haber pecado contra Dios, siguen en su obstinada actitud de soberbia, rebeldía y hacer dinero de la manera que sea; todas estas actitudes son las que han traído al mundo esta crisis sanitaria con cientos de miles de contagiados y miles de muertos.
La Biblia dice: «Gocémonos con los que se gozan y lloremos con los que lloran» (Romanos 12:15); ¿será que gente como estos piñateros están gozándose con el dolor ajeno? ¿No les duele lo que acontece en el mundo? ¿Es justo hacer dinero con el dolor del otro? ¿Habrá una burla más grande que esta?
Quien predica: «búrlate de los que sufren y haz dinero con el dolor ajeno» no es precisamente Dios, sino el mismo Satanás, el dios de este siglo que está detrás de las enfermedades, el dolor y la muerte. Las Escrituras dicen: «El hijo sabio acepta la disciplina de sus padres; el burlón se niega a escuchar la corrección» (Proverbios 13:1b. NTV). Quien se burla del dolor ajeno es una persona rebelde que no quiere ser corregida.
El apóstol Pedro escribió: «Sobre todo, quiero recordarles que, en los últimos días, vendrán burladores que se reirán de la verdad y seguirán sus propios deseos» (2ª Pedro 3:3. NTV). Estamos en esos días del fin predichos en la Biblia, tiempo cuando los burladores no solo se reirán del dolor ajeno, sino de la misma verdad eterna de Dios para seguir «sus propios deseos» indolentes, plagados de maldad y perversión.
Una piñata es un lindo y emotivo momento para cualquier niño que asiste a una fiesta, pero hacer piñatas con la imagen del virus que tiene azotada a la humanidad es una mayúscula insensatez; es enseñarles a los niños que no importa lo que le pase a los demás sigue disfrutando la vida de manera irresponsable. Se han preguntado estos piñateros ¿si algún niño y sus padres van a una fiesta y observan que la piñata es de la forma del virus que acaba de matar a su abuelo, un familiar o algún vecino amado?
Urge que reflexionemos de una vez por todas, nos arrepintamos de nuestros pecados y de la manera vana de pensar y vivir, y cambiemos de actitud frente a Dios y a nuestro prójimo. Recordemos que «Dios no puede ser burlado. Todo lo que el hombre siembre, eso también cosechará» (Gálatas 6:7). Porque «cada uno de nosotros tendrá que rendir cuentas a Dios de sí mismo» (Romanos 12:14).
Aun así, el Señor Jesucristo es tan misericordioso que «si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad» (1ª Juan 1:9).

Georges Doumat B

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