“Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas” (Juan 10:9-11).
Jesús dijo que, quien entrara por la puerta, que es Él, hallaría pastos, hallaría lo necesario para su sustento; dijo que Él quiere darte abundancia, y añadió que Él hace todo esto, porque Él es el buen pastor. Otra Escritura en la que se hace referencia al Señor como pastor, es el Salmo 23. Este Salmo es, generalmente, utilizado cuando alguien fallece, por aquella porción que dice: «Aunque ande en valle de sombra de muerte…», pero esta es solo una porción. Para entender este Salmo, hay que verlo en su totalidad, especialmente, ese primer verso, donde el salmista establece que Jehová es su pastor.
Este Salmo te habla de bendición, de la voluntad de Dios para tu vida, de cómo Dios te quiere guiar; de cómo tú puedes estar seguro, en medio de los valles de sombra de muerte; puesto que, aunque vas a enfrentar enemigos, Dios va a preparar mesa delante de ti, en presencia de ellos. La venganza de Dios en contra de tus enemigos, no es eliminarlos de tu vida, sino bendecirte delante de ellos. Dios te prospera, mostrando su favor y su gracia sobre tu vida, delante de tus angustiadores.
Dios quiere abundancia para tu vida. El problema es que no nos damos cuenta de que la percepción de escasez es utilizada para manipularnos. En escasez, haces cosas que, de otra manera, nunca hubieras pensado hacer; sin darte cuenta que, muchas veces, las soluciones son muy sencillas. Un experto en desarrollo económico descubrió, en sus estudios, que hay varios factores que influyen en que haya pobreza en una comunidad. Lo interesante es que, para cada uno de estos factores, Dios tiene la solución.
Uno de los factores es la ignorancia. Estamos sobrecargados de la información incorrecta; la que obtenemos de la prensa, no es la que necesitamos para progresar. ¿Quieres salir de la pobreza? Erradica de tu vida la ignorancia. La palabra lo dice así:
“Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos” (Oseas 4:6).
Si desechas el conocimiento, Dios no puede hacer nada contigo. Si, por el contrario, aprecias el conocimiento, Dios se acuerda de ti, de tus hijos, de tus generaciones. Procura el conocimiento, y no lo deseches. Llénate de la palabra de Dios. Deja que Él ponga sus pensamientos, sus ideas en ti. Haciendo esto, tu vida tiene que cambiar.
Otro factor que influye para que haya pobreza son las enfermedades. Cuando se está enfermo, la productividad es baja. Y, también, para esto, la Biblia tiene una solución:
“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5).
Si tú estás enfermo, créele a Dios por sanidad divina, y cuida tu salud. Cambia los días de enfermedad, por días de salud; vive lo que Dios tiene para ti, y produce cada día más.
La Biblia dice que, cuando Dios sacó a su pueblo de Egipto, los sacó con plata y con oro, y ninguno de ellos estaba enfermo. Recibe sanidad divina en esta hora. Dios te va a sacar, y tú vas a poder cruzar a las nuevas etapas que Dios tiene para tu vida.
Otoniel Font
Pastor