Recientemente fue publicado en español el libro «El privilegio de la persecución» escrito por Carl A. Moeller, presidente y director ejecutivo de Puertas Abiertas USA; junto a David W. Hegg, escritor, pastor de la iglesia ‘Gracia Bautista’ en California, EE.UU y profesor. En este libro, los dos autores analizan las actitudes y la disciplina de los creyentes perseguidos en el mundo entero.
¿Qué es la Iglesia perseguida?
De acuerdo a los autores, la Iglesia perseguida incluye a muchos creyentes fuera de la Iglesia occiental. Normalmente, se logra conocer y se publica suficiente información sobre el crecimiento del cuerpo de Cristo en la tierra, lo que no se dice con facilidad es la magnitud de la persecución que sufren en diferentes lugares.
«En realidad, la iglesia global y la Iglesia perseguida son en gran parte una y la misma», escriben los autores. «Para algunos creyentes la persecución significa la negativa de sus derechos civiles, para otros, representa la exclusión social o el abandono familiar. Y trágicamente, para muchos acaba en daños físicos y la muerte. Sin embargo, la persecución no es estática. Cada año las situaciones mejoran en algunos países y empeoran en otros», continúan explicando.
De esta forma, se puede observar que la persecución es algo que no tiene escapatoria para los cristianos. Siempre habrá algún tipo de persecución.
El dolor como un privilegio
Casi ninguna persona reacciona de forma positiva ante el dolor, si se tiene un dolor de cabeza o algún malestar, se buscará la manera de eliminarlo. Tomar una medicina, acudir a un médico o sencillamente descansar son algunas de las soluciones del ser humano para evitar el dolor.
Pero para los cristianos, el dolor es un privilegio. Resulta interesante que el camino a la salvación es el estrecho y no el ancho y muchos disfrutan ese angosto caminar.
Nadie dijo que vivir el evangelio era fácil, por el contrario, es un camino de luchas y batallas espirituales pero batallas que serán ganadas con la ayuda del Todopoderoso, que aunque se camine «por valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tu estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento», dice la Palabra de Dios en Salmos 23:4.
Al cristiano le gusta estar cerca de Dios, vivir según su Palabra y Espíritu, por lo que se goza en la tribulación, alaba y adora a su Creador en todo momento, pues la Iglesia perseguida «no tiene otra alternativa sino confiar en Dios, y así lo hace».
El hermano Andrés, fundador de Puertas Abiertas ha dicho: «Si un mensaje no puede ser predicado en todo lugar, no debe ser predicado en ninguna parte». La verdad -que los hace libres-, es dolorosa y te confronta en todo momento, y así es como Jesús la enseñaba.
La cultura también juega un papel importante en la persecución. Se conoce que en los países o regiones donde la minoría son seguidores de Cristo, sufren mayor persecución; pero en los EE.UU la misma cultura los lleva a vivir un evangelio adaptado a tradiciones del país.
En EE.UU, aunque no hay derramamiento de sangre, hay una creciente disminución de los valores y principios bíblicos, la moral y las buenas costumbres están por el suelo y las leyes pro aborto, matrimonios entre homosexuales y demás abominaciones se aprueban con mayor facilidad.
Su cultura ha hecho del vivir el evangelio una ‘moda’ y no una creencia. Para muchos norteamericanos, vivir el evangelio -en sus propios términos- se hace evidente. «Cuando pretendemos lealtad al reino de Dios, pero nos sometemos a la cultura, somos hipócritas por definición», establecen los autores. Esta condición puede llegar a ser un tipo de persecución pasiva.
¿Qué debemos aprender de la Iglesia perseguida?
Moeller y Hegg señalan que se debe tener un interés por este mundo. Es necesario tener misericordia y compasión con todos los que no conocen a Dios como único salvador, pues su condenación eterna es insoportable.
Se debe demostrar con acciones -y un corazón dispuesto- que los hijos de Dios pueden unirse y ayudar a satisfacer las necesidades básicas de las personas, hermanos y hermanas de todo el mundo. la Iglesia perseguida, por su misma condición, ora e intercede por todas las personas que viven en la tierra y aunque su situación es más precaria y complicada, oran para que la misericordia de Dios recaiga hasta en aquellos que no la merecen.
Otra cosa que se puede aprender de la Iglesia perseguida es «el valor de la prioridad y la perspectiva… La Iglesia perseguida no está demasiado interesada en ser liberada de este mundo. Ellos están mucho más preocupados por manifestarse dentro de los confines de este universo, y eso hace que su vida en este mundo quebrantado sea soportable y tolerable», expresa el libro.
¿Para qué estamos aquí?
El privilegio de la persecucuón establece una clara respuesta ante esta interrogante: «No estamos quí por nosotros mismos; estamos aquí para magnificar la gloria de Dios. Y algunas veces magnificar la gloria de Dios molesta a nuestro vecino. Y a Dios no le importa».
¿Te importa a tí?
Dr. Carl A. Moeller
Presidente y director ejecutivo de Puertas Abiertas USA (Open Doors USA), se ha entregado en su totalidad a la defensa de los millones de cristianos del mundo a los cuales se les niegan la libertad religiosa y los derechos humanos más básicos. Viaja por el mundo para darle aliento a los creyentes que se enfrentan a la discriminación, la cárcel e incluso la muerte a causa de su fe. En EE.UU, se dedica principalmente a crear conciencia sobre la situación que viven los perseguidos por su fe en Cristo.
David W. Hegg
Doctor en Ministerio por el Seminario Teológico Westminster, es pastor de la iglesia Gracia Bautista, en California, EE.UU. Siente pasión por fomentar la salud de la Iglesia por medio de la predicación expositiva y la seguridad de la fe en el evangelio. Habla con frecuencia en retiros, campamentos y conferencias bíblicas. Es profesor y autor de varios libros.