Muy pero muy atrás, desde el mismo Génesis, cuando nuestros primeros padres le entregaron al diablo todo lo que Dios les había dado, la tierra se llenó de maldad. Desde ese entonces es la hora de las tinieblas. Desde allí comenzó la guerra del bien contra el mal, del diablo contra Dios y su creación.
A medida que pasaron los años y los siglos, la revelación de esta realidad comenzó a hacerse más patente. Hasta que el mismo Señor hablara abiertamente de ello, y no sólo habló, se enfrentó cara a cara con el mismo Satanás. Sus discípulos y demás seguidores fueron testigos de muchas liberaciones de endemoniados efectuadas por Jesús, siendo la más famosa la del gadareno, la cual dejó como secuela una gran cantidad de cerdos muertos.
Mientras estemos en la tierra y hasta el fin de los días de ésta, habrá muchas horas de las tinieblas en el mundo, porque todo este sistema en que vivimos está dominado por ellas. El enemigo anda rondando y cualquiera que le ceda terreno él lo tomará para «hurtar, matar y destruir»; esa es su función, no sólo es tentador, sino asesino, ladrón y mentiroso.
Todas, absolutamente todas las religiones le pertenecen al diablo, él mismo las ideó para que el hombre se apartara de la salvación de Dios en Cristo Jesús, porque así como hay vida eterna en Jesucristo, hay condenación eterna para aquellos que le rechazan.
Cuando Jesucristo estuvo rodeado de hombres totalmente tomados por el enemigo, desde el traidor de Judas Iscariote hasta los líderes religiosos y soldados romanos, sin dejar fuera a los judíos que le deseaban la muerte. En sí el mero deseo de muerte viene precedido por influencia de las tinieblas. Jesús lo dijo: «ésta es la hora de ustedes, la hora del poder de las tinieblas» (Lucas 22:53).
El crimen no paga, dicen por allí. Las tinieblas tampoco, porque todo lo que el enemigo fragua contra los hijos de Dios halla resistencia en los cielos, el Señor lo repele a menos que prime la voluntad de Dios que seamos probados con un propósito definido.
La hora de las tinieblas está en cada tentación…
La hora de las tinieblas está en la oposición a nuestra fe…
La hora de las tinieblas está cuando las dudas toman cuerpo en nuestra mente…
La hora de las tinieblas está cuando somos confrontados y burlados por causa del Maestro…
La hora de las tinieblas está cuando ponemos en una balanza a Dios y al mundo…
La hora de las tinieblas estará presente en tu momento más crítico, cuando hayas puesto tus dos pies para caminar sobre las aguas el temor y las dudas te harán tambalear, pero para cada hora de las tinieblas existe una promesa del Señor para asegurarte la victoria.
La hora de las tinieblas llenan los hospitales de enfermos, accidentados y heridos… llenan las barriadas de nuestras ciudades donde la delincuencia opera… llenan las noches de hechicería por doquier… llenan las cárceles de cautivos y siervos del enemigo… llenan las ciudades de incrédulos y pecadores… llenan los bares y prostíbulos de personas engañadas y atadas por el falso placer… llenan los lugares donde se reúnen los religiosos.
Como Jesús, no podemos evitar que la hora de las tinieblas llegue a nuestra vida, pero sí podemos evitar que entre a nuestra mente y corazón y lo llene de cosas adversas a Dios. Él nos ha provisto de las armas necesarias para pelear contra ellas y vencerlas en el nombre de Jesucristo.
Yo tengo frecuentemente mi hora de las tinieblas, tú también; todos la tendremos. Si lo asumimos con valentía Cristo nos dará la victoria siempre y será para nosotros como un ascenso en nuestro caminar en pos del Maestro. Jesús recibió mayor gloria después de su hora de las tinieblas, contigo sucederá igual. Después de una confrontación con las tinieblas nuestra fe es reafirmada y crece; así pasamos a un nivel espiritual superior para seguir nuestro caminar «de gloria en gloria», a la imagen de la gloria de nuestro Maestro.
La hora de las tinieblas llegará, bienaventurados seremos si no nos sorprende. Para ello el lineamiento es el mismo «velar y orar».
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@georgesdoumat