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Llamado a una nueva reforma a 500 años

[quote arrow=»yes»]Para Lutero el tema candente de sus días era ¿cómo voy a encontrar la gracia de Dios?… La pregunta para nuestro día de hoy es: ¿Cómo voy a encontrar a Dios en mi enemigo?  Lo que era la culpabilidad para Lutero, el enemigo es para nosotros el aguijón que nos impulsa ante Dios[/quote] La violencia nos invade como noticia de última hora cada minuto del día. La cibernética nos fustiga con cuadros horripilantes y crueles bajo nano segundos que no son fáciles de borrar de nuestra memoria. La iglesia cristiana vive tremendamente impacta por estas imágenes. El juego de nuestros tiempos es la revancha de “yo” contra “ti” y “nosotros” contra “ustedes”.  Por eso, Walter Wink en su libro Jesús y la no-violencia: una tercera opción clama y llama a una nueva reforma para la iglesia.  Hoy, 500 años después del 31 de octubre 1517, cuando Martín Lutero plantó 95 tesis para reformar su iglesia en crisis nos preguntamos: ¿Puede Lutero y su reforma contribuir algo importante a una nueva reforma hoy en el mundo que vivimos? Wink, como yo, respondemos afirmativamente ¡sí!

Para Lutero el tema candente de sus días era ¿cómo voy a encontrar la gracia de Dios? En otras palabras, ¿cómo voy a encontrar a un Dios misericordioso yo un ser pecador? La iglesia predicaba grandes castigos e infierno para todos los pecadores, pero la gente no veía, cómo iban a salir de ese pecado. Se encontraban como en un bote que le inundaba el agua rápidamente y no podían los pobres marineros naufragando sacar la suficiente agua para mantenerse a flote. A la iglesia no le convenía mantener a flote a los feligreses ofreciendo gratuitamente el perdón de Dios, pues el hacerlo le resultaría en bancarrota o paro de obra en la renovación de sus palacios.

Hoy en día la pregunta candente es otra. La pregunta para nuestro día de hoy es: ¿Cómo voy a encontrar a Dios en mi enemigo?  Lo que era la culpabilidad para Lutero, el enemigo es para nosotros el aguijón que nos impulsa ante Dios.  Lo que era antes meramente un asunto enteramente privado —la justificación por la fe y por medio de la gracia— ahora en nuestros días ha florecido para abrazar al mundo. Así como  jamás podemos salvarnos nosotros mismos del pecado, así pues, Dios en su maravillosa gracia nos puede salvar de las dos cosas. De hecho, no hay otro modo de llegar a Dios en nuestro día sino es por medio de nuestro enemigo, pues amar a nuestro enemigo se ha convertido en la clave, para ambas cosas.

La conmemoración o celebración de la Reforma a 500 años ofrece una oportunidad en darle una vista fresca a las fuentes que revitalizó a Lutero y la iglesia. He estado haciendo esto en los últimos cuatro años en preparación para este aniversario. En esta labor de amor he estudiado la teología de Lutero teniendo en cuenta nuestra presente situación. Lo que he descubierto es que varios temas muy importantes que impulsaban su fe reformadora han sido pasados por alto o ignorados. Lutero mantiene como punto importante que solo el amor, ágape, de Dios nos transforma. Así dice Lutero en su tesis 18 de Heilderberg: “Porque el amor de Dios viviente en el hombre, ama a los pecadores, a los insensatos, a los débiles, de tal suerte que los torna justos, buenos… y así confiere el bien. Los pecadores, de esta suerte son hermosos por ser amados y no son amados porque son hermosos”. Para llegar a este punto, hay que desenmascarar nuestra idolatría. Lutero, mucho antes que los filósofos del siglo diecinueve, critica la idolatría humana al nivel personal y social. El ser humano buscando su propio beneficio hace de si, o su grupo, un dios. Hace un dios abusivo y cruel que sirve su idolatría y crea sus propios intereses anulando los de los otros. En sus escritos, como sus Comentarios a los Profetas Menores, nos enseña Lutero cómo romper ese vicio patológico de hacernos dioses, y lo hace desenmascarando el pecado de la idolatría que considera el principal, pues, rompe el Primer Mandamiento. Lutero comienza siempre ese proceso con cada cristiano que, como también los no cristianos, llevan esa crueldad y disposición en hacerse dioses. En ese ejercicio bajo la justificación de la fe, llama a cada persona digna por cuenta del amor de Dios. En su teología se ve vibrante el hecho y palabra que captamos de Jesús cuando desenmascara la idolatría y falsa pretensión de algunos que querían apedrear a una mujer sorprendida en el adulterio. Jesús les dice a ellos: “El que vosotros esté sin pecado que tire la primera piedra” (Juan 8:1-11). Bajo esa acción, no solo desenmascara Jesús la crueldad y falta de amor hacía la adúltera, sino la levanta a ella bajo su oferta de amor incondicional como digna de Dios para que ella siga el amor de Dios. Bajo este solo ágape es que necesitamos una nueva reforma a 500 años.

Alberto L. García

[quote][icon type=»vector» icon=»momizat-icon-user4″ size=»32″ hover_animation=»border_increase» ]El Dr. Alberto L. García G. nació en Cuba y emigró desde muy joven con su familia a los EE.UU. Es catedrático emérito de Teología de la Concordia University Wisconsin, Mequon, WI. Es autor de diez libros. Sus publicaciones más recientes son: Co-autor con John A. Nunes, Wittenberg Meets the World: Reimagining the Reformation at the Margins (2017) y co-editor con Justo L. González de Nuestras 95 tesis: a quinientos años de la Reforma (2016).[/quote]

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