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¿Qué se esconde tras el Mundial?

Está a punto de iniciar la justa futbolística cuatrienal del mundo que reúne una gran pasión tras una disciplina conocida como «el deporte rey»; los colores, la fanaticada y un innumerable cúmulo de sentimientos giran alrededor de un balón, una nación y una copa que se disputan los mejores 32 países clasificados para el Mundial de Fútbol organizado por la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA).
Pero no todo es tan colorido. Tras el Mundial de Fútbol se esconden muchas cosas que despiertan otro tipo de pasiones. Para unos, pasiones de protesta contra promesas políticas incumplidas con la excusa de la realización del Mundial; para otros, bajas pasiones alimentadas por la avaricia y el afán de lucro rápido y fácil a costa de la buena fe de los millones de fanáticos de esta disciplina deportiva… Veamos.
Brasil.- El pasado mes de abril se dio a conocer que el Mundial de Brasil 2014 necesitará una inversión total de 15.000 millones de dólares, si se divide esa suma entre los 194 millones de habitantes, a cada brasileño le corresponden 77 dólares. Por ello las protestas de los ciudadanos brasileños ante el alza en el precio del transporte y de otras cuestiones, no se han hecho esperar. Y por supuesto, sus pancartas se oponen a los exorbitantes gastos que se dieron a conocer de lo invertido hasta el momento para la organización de ambos eventos: Copa Confederaciones 2013 y Copa del Mundo 2014.
De acuerdo al sitio web www.contasabertas.com.br, las categorías que se llevarán más del presupuesto -en dólares- serán: • Estadios: 3.500 millones. • Movilidad urbana: 4.300 millones. • Aeropuertos: 3.400 millones. • Seguridad: 950 millones. • Puertos: 350 millones. • Telecomunicaciones: 200 millones. Y no olvidemos que para el Mundial 2014 de Brasil tuvieron que construir y remodelar 12 estadios; 21 nuevas terminales de aeropuerto; 7 pistas de aterrizaje y 5 puertos.
Lo peor de ello es la grave acusación por parte del pueblo brasileño a su gobierno por el escándalo de corrupción que hay tras la organización de este mundial, mientras Brasil tiene problemas presupuestarios para atender la educación, salud, vialidad, etc. El pueblo ama el fútbol, pero ama más su bienestar socio-económico y deplora la rampante corrupción. Anteponer el deporte a la justa atención de las necesidades del pueblo es un grave pecado, y lógicamente Dios no avala tamaño despilfarro por tan solo un mes de campeonato. Máxime cuando al parecer los ingresos para Brasil por este torneo no arrojará un superávit. Invertir para perder es mala administración, el Señor condena este proceder.
La FIFA.- Por otro lado tenemos al gran organismo futbolístico mundial, a quien le ingresan millones de dólares por diversas fuentes y que de ello nunca paga ni los impuestos al país organizador. En esta Copa del Mundo se espera que la inversión publicitaria en la TV supere los 2.900 millones de dólares, un récord, esto sin contar los 3.500 millones que ya recaudó la FIFA por derechos de explotación y patrocinio; así lo indica un estudio elaborado por la consultora Deloitte, que resalta la magnitud de la inversión.
Montar y supervisar un Mundial en un país tan golpeado por la pobreza como Brasil y ni tan siquiera dejarle un centavo en impuestos es un crimen, y todavía espera la FIFA que el pueblo carioca no proteste ante tamaño lucro salpicado de injusticia. Sería bueno que los directivos de este organismo mundial nos aclararan ¿cuánto de ese dinero va a las manos de los pobres del mundo para darles alimento, cobijo, agua potable, etc.?
Bien dice la Biblia que «los que quieren enriquecerse caen en la trampa de la tentación, y en muchas codicias necias y nocivas, que hunden a los hombres en la destrucción y la perdición; porque la raíz de todos los males es el amor al dinero…» (1ª Timoteo 6:9-10. RVC).
Es triste que por tan solo un mes que dura el Mundial de Fútbol se gaste tanto dinero en su organización y que la FIFA que lo organiza y supervisa reciba tanto dinero sin dejarle nada a la nación organizadora y menos a los más necesitados del mundo. Si alguien pregunta a quién sirven los organizadores de este deporte, le podemos responder que «nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas» (Mateo 6:24. NVI).
Es obvio que «el deporte rey» tiene su propio «señor», y les garantizamos que no es al Rey de reyes y Señor de señores, Jesucristo; su proceder es el de aquellos que sirven al señor de las riquezas (Mammon, dios de la riqueza, una representación de Satanás [el que lee entienda…]).

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