Quieren los “tips” para ser bendecidos, pero no el carácter para sostenerlo. Quieren escuchar bendiciones, pero no quieren escuchar la palabra “prueba, crisis, poda, crecimiento, aflicción, precio”

Existe toda una generación que no quiere saber nada de esfuerzo, o de trabajo duro. Solo pretenden hacer crecer el ministerio con publicidad, marketing o un par de “palabritas de moda”. Eso es una vida muy triste, con esteroides.
No hay verdadera masa muscular; quieren los “tips” para ser bendecidos, pero no el carácter para sostenerlo.
Quieren escuchar bendiciones, pero no quieren escuchar la palabra “prueba, crisis, poda, crecimiento, aflicción, precio”.
Pretenden bendiciones, pero sin obediencia. Comodidad, sin sacrificio.
Hace poco, un muchacho me increpó a la salida del hotel y me dijo: “Dante, ¡quiero que ores por mí, para que Dios me dé lo que vos tenés! Pasame unos ‘tips’”.
Y yo, oré por el en voz alta y me aseguré que escuchara bien:
“Señor; te ruego que, durante la próxima década, este tu hijo, pase serios problemas financieros. Pero asegúrate Dios, por favor, ¡qué sean bastante serios!
Permite que se endeude muchísimo en el proceso de creer en la visión. En lo posible, no permitas que tenga casa propia, en los próximos treinta años o un poco más.
Dale muchas noches sin dormir, pensando cómo afrontará las deudas adquiridas por animarse a creerte.
Ahora te imploro, que permitas que toda la pastoral y los colegas, se le pongan en contra durante años, de manera que no tenga apoyo humano ni institucional de ningún tipo, ni aliento de nadie, a excepción de ti, mi Señor.
No olvides hacerlo un blanco a liquidar, en todas las redes sociales.
Que lluevan críticas a raudales, epítetos descalificadores, permítele una buena cuota de insultos, de comentarios denigrantes y toda clase de “diarrea verbal” en su contra, al menos durante unos veinte añitos o más.
Permítele vivir una buena cuota de difamación y calumnias.
Señor, también es muy importante que te asegures, que pueda atravesar unos álgidos y acerbos problemas familiares.
Moldea su carácter con este tema, permite una buena dosis de familiares en contra, de crisis y tormentas privadas, (tan privadas que no pueda contárselas a nadie, solo a ti).
Y, por último, te pido que los próximos treinta años, aprenda a estar muy solo, sin nadie a quien llamar; regálale una buena dosis de traiciones arteras, de desiertos casi interminables, un par de demandas injustas; por supuesto, no olvides las tentaciones, y que conozca a esos “imbéciles” que están distribuidos estratégicamente en la vida, de manera que se le peguen de dos a tres, por año. Y si me olvido de alguna aflicción más, ¡regálasela también!”.
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¡Tenías que verle la carita al muchacho! ¡Estaba pálido!
– “Eh, loco, todo eso sonó a maldición; ¡la rechazo!” -me dijo.
Lo miré con ternura y le dije:
– “Flaco, lo que me pasa es que me pediste que ore para tener lo que Dios me dio a mí y lamentablemente no conozco otra manera de obtenerlo. Si quieres tener lo que tengo, vas a tener que vivir lo que yo viví; de otro modo, solo querés mi tierra prometida, pero no mi desierto”.
Se fue triste, porque pensó que con una imposición de manos, saldría por las naciones, a llenar estadios.
Dante Gebel
Pastor y conferencista