«Mejor es reprensión manifiesta que amor oculto» (Proverbios 27:5).
El rey Salomón enseña que en el área de las relaciones personales, es de más beneficio la reprensión manifiesta, comunicada con franqueza y firmeza, que el amor que no se expresa y permanece oculto.
La palabra reprensión traduce queja, amonestación, corrección e incluso castigo. La palabra reprensión viene del hebreo tokákjat que significa corrección, refutación, prueba, razonamiento, argumento, amonestación. La idea implícita es contribuir con la corrección del comportamiento de la otra persona.
En ocasiones, la confrontación y la amonestación pueden ser herramientas necesarias y, por demás, útiles para generar cambios positivos en los comportamientos de otros. El objetivo de esta confrontación es la corrección, el cambio positivo en la conducta o actitud del otro. La reprensión, en el contexto que lo utiliza Salomón, no es confrontación para generar contiendas, conflictos disfuncionales, denigrar de otros, sino para provecho de la persona reprendida y la relación.
La reprensión es una oportunidad para la reflexión y el crecimiento de la persona que es confrontada; una oportunidad para la rectificación, dependiendo de la actitud con que reacciona la persona que es reprendida. En este sentido hay dos respuestas posibles ante la reprensión: lo del sabio y la del necio.
El necio actúa con orgullo y terquedad, y deshecha la corrección, instrucción y amonestación. «El necio desdeña la corrección de su padre; el que la acepta demuestra prudencia» (Proverbios 15:5). El necio se sobrestima y no es capaz de aceptar sus propios errores, ni es capaz de reconocer su mal camino. «El necio piensa que va por buen camino, pero el sabio presta atención al consejo» (Proverbios 12:15). En consecuencia, la actitud del necio le atrae calamidad y resultados negativos. «El hombre que reprendido endurece la cerviz, de repente será quebrantado; ni habrá para él medicina» (Proverbios 29:1).
Por el contrario, el hombre sabio es aquel que atiende a la reprensión y ama la corrección, porque entiende el beneficio que de ella se deriva. «El que oye consejo y acepta que lo corrijan acabará siendo sabio» (Proverbios 19:20). En consecuencia el sabio es capaz de enderezar su camino y rectificar. «Camino de vida es guardar la instrucción; pero quien desecha la reprensión, yerra» (Proverbios 10:17).
El hombre sabio desarrolla un corazón enseñable – corregible: con apertura y actitud humilde para recibir consejos, exhortaciones, amonestaciones y enseñanzas. Se requiere de humildad para recibir la instrucción y la corrección con buena disposición y diligencia para aceptarla y aplicarla.
A muchos no les gusta la instrucción y la reprensión a causa de su orgullo y altivez; pero quien no recibe la corrección y amonestación se hace necio e insensato al menospreciar el consejo. El que se niega aceptar consejo se condena a sí mismo a quedarse en un callejón sin salida. Por el contrario, como dice Proverbios 17:10: «La reprensión aprovecha al entendido, más que cien azotes al necio».
La corrección conlleva instrucción
Proverbios 12:1 dice: «El que ama la instrucción ama la sabiduría; mas el que aborrece la reprensión es ignorante».
La palabra instrucción usada en este pasaje es la palabra hebrea musár que significa advertencia, reconvención, consejo, castigo, disciplina, enseñanza e instrucción. Apunta al todo el proceso de disciplina -educación con miras a generar información-formación-reformación.
Corrección y reprensión están asociadas a un proceso de disciplina. La disciplina guía a la sabiduría, y quien la recibe en amor y como un acto de amor (aprecio, buena disposición, gracia) se hace sabio. El que ama la disciplina (corrección, instrucción, reprensión, amonestación) ama el conocimiento y la verdad. Por el contrario, el que aborrece la disciplina se embrutece, se hace necio y falta de entendimiento. No en balde dice Proverbios 1:7: «Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza».
La instrucción y la reprensión tienen como objetivo corregir y enseñar para que la persona sea instruida en justicia y rectitud, y sea apartada de malos caminos. Rehusar la instrucción y la reprensión representa un grave error que conduce a andar por malos caminos, y acarrea consecuencias negativas. La renuencia a la disciplina no sólo conduce a la necedad y a la falta de entendimiento, sino también al sufrimiento. Así lo recoge Proverbios 5:12-14: «Y dirás: ¡Cómo pude aborrecer la corrección! ¡Cómo pudo mi corazón despreciar la disciplina! No atendí a la voz de mis maestros, ni presté oído a mis instructores. Ahora estoy al borde de la ruina, en medio de toda la comunidad». Pero la corrección e instrucción, aunque incómodas e inclusive dolorosas, su fin es para provecho. «Camino a la vida es guardar la instrucción», dice Proverbios 10:17.
Y agrega el libro de Proverbios (13:18): «Pobreza y vergüenza tendrá el que menosprecia el consejo; mas el que guarda la corrección recibirá honra»; Proverbios 15:31: «El oído que escucha las amonestaciones de la vida, entre los sabios morará. El que tiene en poco la disciplina menosprecia su alma; mas el que escucha la corrección tiene entendimiento»; Proverbios 29:1: «El hombre que reprendido endurece la cerviz, de repente será quebrantado, y no habrá para él medicina».
El sabio Salomón nos anima a ser sabios y prontos en aceptar la reprensión. También nos exhorta a cultivar un espíritu humilde. El hombre humilde es más proclive a aceptar la reprensión y corrección que el altivo y soberbio. El soberbio y altivo toma el consejo y la corrección como un ataque o afrenta, no importa que haya sido dada con amor y tacto, porque su propia arrogancia le impide ver sus propios errores y reconocer la necesidad de instrucción y corrección.
El amor no es incompatible con la corrección
Los líderes necesitan entender que el amor no es incompatible con la confrontación. Cuando la reprensión es hecha con amor, respeto y consideración por el otro, la amonestación es más fácilmente aceptada y la corrección más rápidamente adoptada.
Para practicar la reprensión – corrección se requiere además:
Humildad: para aceptar que quien reprende no está por encima del otro, y que también se puede equivocar, aunque en esa circunstancia concreta pueda estar en una mejor posición.
Serenidad: para decir las cosas en la forma apropiada, que no genere conflictos ni enojos con la persona reprendida.
Amor y calidez: para corregir con amabilidad y consideración, con respeto y comprensión; para proceder con empatía.
Queja vs crítica
La reprensión es importante, además, darla en forma de queja más que de crítica. Según Daniel Goleman la queja es la afirmación específica de lo que perturba a la persona, con énfasis en el hecho, mientras que la crítica es un ataque que se dirige más a la persona que al acto o situación. Con frecuencia la crítica se convierte en un ataque contra la personalidad de la persona, que mina su autoestima, y lo predispone para la confrontación y el rechazo de la corrección.
La accoutability: el contexto donde la reprensión fluye con libertad y aceptación
Un contexto de rendición de cuentas ayuda a que las personas sean capaces de asumir la responsabilidad por sus acciones y decisiones. En ese contexto acordado, las personas tienen mayor apertura a la retroalimentación: positiva o negativa.
Para algunas personas la accoutability (rendición de cuenta) tiene connotaciones negativas. Se percibe como fiscalización, control, presión de otra persona o posibilidad de ser expuesto. Por el contrario, la rendición de cuenta, en el contexto de la reprensión que define el rey Salomón, es un sistema de apoyo, refuerzo, ánimo, motivación, retroalimentación y control sobre las acciones de las personas. La rendición de cuenta positiva se convierte en una energía para el cambio, la autoretroalimentación, el autorefuerzo y la autoevaluación.
Lo que no se comunica no beneficia a la otra persona
Retomando el pasaje inicial: «Mejor es reprensión manifiesta que amor oculto» (Proverbios 27:5), concluimos con Salomón que en materia relacional, lo que no se comunica no existe como realidad para el otro y, en consecuencia, no le aprovecha. En materia de relaciones el único amor, afecto, estima por otro que trae beneficio es el que se comunica. Por el contrario, lo que no logra expresarse –comunicarse, desune, predispone para el conflicto, distancia y condena las relaciones al fracaso; o como lo expresan Aquilino Polaino y Pedro Martínez, lo que no se comunica «desune, distancia, separa y aísla».
Se comparte con el otro, lo que se logra trasladar a través de la comunicación, por eso «mejor es reprensión manifiesta que amor oculto». Aún lo negativo que se comunica resulta más beneficioso, que lo positivo que no se comunica, porque una vez que se comunica, puede ser atendido y gestionado.
Enseñanzas para el liderazgo:
«El que ama la corrección ama la sabiduría; el que aborrece la reprensión es ignorante» (Proverbios 12:1).
La instrucción y la reprensión nos aportan la sabiduría necesaria para caminar con seguridad y tomar buenas decisiones.
La voluntad de ser corregido -permanecer enseñable- es una característica importante que distingue a los sabios de los necios, e identifica a los buenos líderes.
Los líderes deben aprender a dar retroalimentación positiva (elogio, reconocimiento de méritos); pero también a dar retroalimentación negativa (exhortación, reprensión, corrección).
La reprensión para que sea efectiva debe ser hecha con franqueza. La honestidad es esencial para que la corrección sea aceptada. Hay que evitar el discurso ambiguo.
Los líderes para lograr mayor efectividad comunicacional, en especial cuando necesitan dar retroalimentación negativa, tienen que utilizar una comunicación más asertiva (no pasiva, ni agresiva): clara, directa, franca y descriptiva.
El liderazgo tiene que surgir de la responsabilidad; tiene que estar sujeto a la rendición de cuentas. Peter Drucker
Pensamiento: «El que reprende al hombre, hallará después mayor gracia, que el que lisonjea con la lengua» (Proverbio 28:23).
Arnoldo Arana
Pastor, psicoterapeuta y escritor
arnoldoarana@hotmail.com