Fieles observadores como siempre hemos sido del acontecer nacional para tratar de ofrecer un punto de vista objetivo y espiritual de cada evento social, político y económico, debemos ocuparnos nuevamente de un asunto de suma importancia para la salud de Venezuela, y que si algo debemos agradecer a las crisis que Dios permite es que nos llevan a ello aunque a veces sea de manera obligada. Nos referimos a la unidad nacional.
Venezuela ya no está para las nimiedades de la política cotidiana ni para los discursos baratos de los pro y los contras gubernamentales, llegó la hora del país donde o hacemos caso a la conseja divina contenida en la Biblia o la cosecha consecuencial será devastadora. ‘Hemos llegado al llegadero’ de la dialéctica, seamos sensatos de una buena vez, la patria poco ha avanzado sin la dirección del Señor.
Y no nos referimos a un mero concepto religioso, nada de eso, nos referimos a que Venezuela tiene muchas décadas pisando en falso en materia espiritual, y creámoslo o no, el mundo espiritual rige al físico; por eso hoy es tiempo de levantar nuestra voz profética como Iglesia de Jesucristo, pues más nadie tiene la brújula espiritual que Dios imparte por su Espíritu Santo a través de su pueblo redimido.
Vale recordar la oportunidad en la cual Jesucristo increpara al liderazgo religioso de su tiempo al asegurarles que «Todo reino dividido contra sí mismo queda devastado. No hay casa que permanezca, si internamente está dividida» (Lucas 11:17). Contemporizando esto diríamos que todo gobierno y país dividido, lo hace contra sí mismo y esto lo único que trae es devastación. Aunque Jesús hacía referencia al reino espiritual, reiteramos, el mundo espiritual rige al físico.
Y esa es la triste realidad de Venezuela, el odio, las ideologías y los enfrentamientos políticos están llevando al país a la devastación; sólo mire a su alrededor y observe la condición de nuestra nación. Las Escrituras preguntan: «¿Andarán dos juntos si no están de acuerdo?» (Amós 3:3), es evidente que no.
Sin embargo, damos gracias a Dios que Él siempre saca la mejor parte de todo conflicto y se aprovecha de cada crisis para sacar a luz bendición en medio de la maldición, luz en medio de las tinieblas, amor en medio del odio, entendimiento en medio de las diferencias y, por supuesto, unidad; porque sea al costo que sea la voluntad del Señor terminará imperando en Venezuela, de eso estamos más que seguros.
Si algo bueno vamos a sacar de esta situación es que los venezolanos levantaremos los ojos al cielo y diremos «nuestro socorro viene del Señor que hizo los cielos y la tierra». Más temprano que tarde la redención de Cristo cubrirá nuestra República de norte a sur y de este a oeste. Un adelanto de eso son las reuniones que se vienen realizando, por ejemplo entre Lorenzo Mendoza, presidente de Empresas Polar y el presidente Nicolás Maduro, que muestra ese lado de la Venezuela que se levantará de las cenizas, la nación que brotará desde el mismo corazón de Dios. Hacia ya van las oraciones del pueblo cristiano.
No importa cuán negra se vea la noche venezolana, el amanecer de un nuevo día viene en camino y Jesucristo, el «Sol de justicia», resplandecerá sobre esta nación y sus habitantes. Dios no se ha olvidado de nuestro país aunque millones de sus habitantes nunca le hayan tomado en cuenta, pero gracias a esta severa crisis en la que estamos sumidos la gente verá la salida y tendrán que reconocer que el Señor Todopoderoso ha intervenido en Venezuela levantando una nación acabada por los políticos insensatos y trayendo paz, amor y prosperidad.
Tal vez usted sea de aquellos que no lo creen, pero nosotros por medio de la fe lo creemos y así lo proclamamos, estableciéndolo en el mundo espiritual para que luego sea establecido en la Venezuela física. Esta palabra es profética, y como toda palabra profética muchos no la creen al momento de impartirse, pero a nadie le cabrá duda alguna cuando ella se cumpla.
Parafraseando lo que Dios le dijera en su tiempo al profeta Habacuc, hoy decimos: «Escribe esta visión para Venezuela. Publícala por este medio, para que pueda leerse de corrido. La visión de la Venezuela que quiero para ustedes va a tardar un poco, pero su cumplimiento se acerca, y no dejará de cumplirse. Aunque tarde, espera a que llegue, porque vendrá sin falta. No tarda ya» (Hab. 2:2-3).
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