«Estad siempre preparados para presentar defensa […] ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros» (v. 15 de 1ª Pedro 3:8-16).
En un retiro espiritual de invierno, un hombre preguntó: «¿Cuál fue el mejor regalo de Navidad que han recibido ustedes?».Un hombre atlético estuvo dispuesto a responder. «Eso es fácil -dijo-. Hace unos años, después de terminar mis estudios universitarios pensé que me contratarían para jugar fútbol profesional. Cuando no fue así, me enojé, y compartía mi amargura con todos los que intentaban ayudarme.«El año siguiente, en Navidad, fui a ver una obra en la iglesia de un amigo. No porque quería conocer a Jesús, sino para ver a mi sobrina que actuaba. Es difícil describir lo que sucedió porque suena tonto, pero, en medio de la obra, sentí que necesitaba estar entre esos pastores y ángeles que recibían a Jesús. Después de escuchar cantar Noche de paz, me quedé sentado llorando.«Esa noche, recibí mi mejor regalo de Navidad, cuando un amigo, que está aquí a mi lado ahora, se quedó para decirme cómo aceptar a Jesús como mi Salvador».Entonces, su amigo dijo: «Y ese también fue mi mejor regalo de Navidad que he hecho».
Esta Navidad, no dejemos de contarles a otros la historia gozosa y sencilla del nacimiento de Jesús.
Padre, que podamos ver a quienes necesitan al Salvador y les hablemos de Él. Que recordemos que la razón de esta celebración es oír y contar la historia de tu Hijo.
El mejor regalo de Navidad es Jesús, y la paz y el perdón que ofrece a todos.
Randy Kilgore
Teólogo y escritor