
Arrasado el país por la ignorancia;
antes no tenía motivo para levantarse,
pensaba que no valía la pena,
que salir adelante sin consenso
era alimentar la enferma vanidad.
¿La razón la tiene el poder obtuso;
gusano de orgías, lascivia y necedad?
¿Por qué otras naciones vecinas y amigas,
siempre esperan tanto para salvar?
Aún, los campos están tristes y vacíos,
la tierra llora y se va secando vacía;
en algunos postes se observan banderas
y rostros de insípidos locuaces e impostores
que buscaron seguidores honestos;
éstos les creyeron para huir y sufrir,
les defendieron para morir hambrientos,
hubo un pueblo que nunca se rindió,
existe el pueblo que no se les arrodilló.
Aunque no hay sembradíos, el aire está frío,
y desespera ganar un dólar al mes para comer.
La desolación se apoderó de la perla
como una sombra fétida y abrasadora;
llegaron cual peste roja de otrora,
de esas calumniadoras y vampíricas.
Las familias claman a todas horas,
solicitando al SEÑOR su ayuda;
quienes votaron por los asesinos
abrieron los ojos, y los que no votamos;
perdonarlos queremos, ¿para qué juzgarlos?
Los hermanos viven para dejar atrás las diferencias.
Se necesitan muchas manos cansadas,
se necesitan muchas manos heridas,
se necesitan muchas manos amigas
que se esfuercen para levantar ya,
la nación que agoniza en nuestra cama.
Esperanzada se levanta venciendo el cáncer,
ese cáncer que subió con ayuda de naciones
que vociferando un amor desmedido y rendido
coadyuvó para que un pueblo confiará en sanguinolentos;
todos ellos terminarán pagando lo hecho.
La profecía va sin rodeos y dice claramente así:
“Los verán entre rejas, asesinados o deseando morir,
y no pudiendo; el suicidio los alcanzará;
otros cambiarán de nombre y sus apellidos no tendrán
(misericordia vivirá quien se humille de verdad).
Triste final para los arrogantes saqueadores,
abandonados terminarán, y alegre la nación surgirá”.
Se necesitan manos libres levantadas,
se necesitan manos libres inspiradas,
se necesitan manos libres felices
que inunden con semillas de fe, gozo y progreso
la tierra que vuelve a florecer viendo la Gloria;
la nación que sale del pozo,
la nación que se levanta del polvo,
la perla viva que grita de felicidad:
¡La tumba ha terminado entre escombros,
y la nación con brío sobre los hombros!
Harold Paredes Olivo
Pastor, poeta y comunicador
labibliavivela@gmail.com