A la hora de una remodelación a la casa se debe considerar no solo la imagen, sino también lo espiritual; y verificando si esto agradaría a Dios

Una casa es aquel espacio físico donde uno habita. Cuando varias personas comparten entre sí un lugar, establecen normas de convivencia para el día a día, para pasar alegrías y penas, triunfos y fracasos, amándose y soportándose los unos a los otros; formando un hogar en esa casa.
Llevar a cabo la remodelación de una vivienda conlleva a considerar muchos aspectos en su planificación como espacio, tiempo y recursos. Podemos encontrar diversos motivos para remodelar: La llegada de un nuevo miembro a casa (hijo), el deterioro de un espacio o un derrumbe por accidente, entre otros. Las opciones para ejecutarlo varían según el grado de urgencia: Solicitar un crédito hipotecario con un ente financiero, la venta de otros bienes, adelanto de pasivos laborales, entre otros. A medida que pasa el tiempo, los cambios vienen y remodelar la casa es inevitable, para poder vivir más a gusto, aun sabiendo que surgirían nuevas necesidades, las cuales serán objetos de futuras reestructuraciones.
Del mismo modo, cuando Dios creó los cielos y la tierra, tuvo que utilizar 6 días en total. Como todo un artista, en orden y con paciencia colocaba cada cosa en su lugar, estableciendo para cada cosa, las indicaciones para lo cual fueron creadas. Dios hizo al hombre al sexto día (Génesis 1:27), A su imagen (forma, apariencia física) y semejante (alma, espíritu y mente), así mismo estableció sus roles (Génesis 1:28-29), con el propósito de mantener una estrecha relación.
A esta asombrosa creación, Dios inicia una serie de remodelaciones en Génesis 2: Creó un huerto, llamado Edén, con un río cristalino, donde juntó barro y formó a un hombre llamado Adán, al cual le dio aliento de vida y le hizo una ayuda idónea (Eva). Para estos seres, también puso sus estatutos que debían cumplir, para su correcto orden y fueran engañados por alguien que vendría para desordenar, desviar y destruirles.
Así también, el rey Salomón, en 1 Reyes 5 al 8 y en 2 Crónicas 2 al 7, vemos la construcción de un Gran Templo para Dios. Si bien no fue una remodelación, pero dado que participaron más de 180.000 personas, 3.300 principales, entre otras se concluyó en 7 años, donde cada piedra y madera picada encajó a la perfección, podemos considerarlo como un largo proceso de remodelación. Pero lo verdaderamente importante a destacar es: Si esto fue de agrado a Dios, si allí estuvo su presencia, si el Señor fue el arquitecto principal en dicha remodelación. Entendiendo que antes de remodelar nuestra casa, debemos acudir a nuestro Padre celestial.
Semejantemente, Jesús edifica la Iglesia, su cuerpo (1ª Corintios 12:12-27), asignando propósitos divinos a sus discípulos (Mateo 28:16-20). Una constante remodelación de su cuerpo. Los discípulos, a su vez, también realizan ajustes a sus casas, como templo y morada que somos del Espíritu Santo (1ª Corintios 6:19), siguiendo sus enseñanzas (Salmo 119:105), obedientemente (Juan 14:15).
Por eso, a la hora de una remodelación a la casa se debe considerar no solo la imagen, sino también lo espiritual; y verificando si esto agradaría a Dios, para evitar los engaños de aquel de nos quiere destruir (1ª Pedro 5:8).
Por último, evalúa los siguientes 6 aspectos: Materiales a utilizar, las medidas y cortes a realizar (oración), equipos y herramientas a utilizar, su estado y mantenimiento (ayuno), cálculo de las bases, los fundamentos (estudiar la Biblia), cuánto personal dispones para las remodelaciones, los más aptos (congregarnos), el recurso financiero está dando fruto (obediencia en el dar), y cómo sobrellevar con paciencia lo esperado (fe).
Activa estos 6 lineamientos en tu vida, con Jesús en tu corazón, y podrás mantener la remodelación de la casa, aunque se puedan presentar algunos inconvenientes.
Julio Almedo
Articulista