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¿Te gana la impaciencia?, Julio Reyes

La paciencia es fruto del Espíritu y la impaciencia manifestaciones y obras de la carne. Por tal razón ande en el el Espíritu y no en la carne

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Gálatas 5:2, “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe”.
Cuántos de nosotros caemos en ese estado de impaciencia que nos preocupa y nos roba la paz y tranquilidad en determinados momentos.
La paciencia es fruto del Espíritu y la impaciencia manifestaciones y obras de la carne. Por tal razón ande en el el Espíritu y no en la carne.
Si DIOS le está procesando en esa área de la impaciencia déjese modelar por Él y no ande más en la carne.
Tal vez a muchos nos haya pasado que hacemos una llamada a algún lugar y la persona que nos atiende del otro lado nos dice: ‘Por favor, no cuelgue, espere en línea’; pero a veces nos gana la impaciencia, porque la espera parece eterna.
Se cuenta en la siguiente historia que una dama aristocrática se hallaba hablando, impaciente, por teléfono con el director de una sala de conciertos que había visitado el día anterior.
– ¿Han hallado un pendiente de diamantes? Creo que lo perdí anoche en su sala.
– No, no lo hemos encontrado, pero lo buscaremos. Por favor, no cuelgue, – respondió el director.
En una búsqueda rápida hecha por los empleados se localizó el objeto; sin embargo, cuando el director volvió al teléfono, la dama ya no estaba al otro extremo de la línea, había colgado. Nunca más volvió a llamar y la valiosa joya quedó sin ser reclamada.
Infinidades de veces nosotros somos igual de impacientes con Dios cuando desistimos de esperar en Él para que dé respuesta a nuestras oraciones. Dejamos de recibir algo más valioso que unos diamantes. Perdemos la oportunidad para que el Dios del universo nos asista en nuestros problemas, su plan para nuestras necesidades o nos dirija a hacer su voluntad.
Detente, no cuelgues, espera con fe.
Muy seguido le pedimos a Dios su socorro, su guía, su provisión, pero no esperamos su respuesta, estamos demasiado impacientes y apurados, por lo que nos perdemos sus ricas bendiciones.
Cuando ores, hazlo siempre con fe porque si dudas o decides dejar de pedir porque no ves respuesta rápida, podrías perderte las ricas bendiciones de Dios para tu vida.
“Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra” (Santiago 1:6. RVR1960).
Dios está atento a nuestras oraciones y desea bendecirnos, pero en su tiempo y de acuerdo a sus planes perfectos para nuestra vida. Por eso, persevera firme en tus oraciones, Dios obrará.
Que tengas un excelente y bendecido día.

Julio Reyes
Pastor

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