
Jonatan era el primogénito del rey Saúl y, por lo tanto, le correspondía ser el rey de Israel apenas su padre muriera. Pero Jonatan gozaba de cuatro virtudes que hoy día escasean en las personas. Era humilde, sabio, desprendido y tenía discernimiento. Rápidamente entendió que Dios había desechado a su padre Saúl como rey de Israel a causa de su desobediencia y rebeldía. También se dio cuenta de que Dios había seleccionado al joven David para que fuera el nuevo rey.
Jonatan, quien tenía estrecha amistad con David, no se opuso a los designios de Dios y nunca pretendió hacer valer su derecho de príncipe heredero. Al contrario, le manifestó a David que lo reconocía como el ungido de Jehová para ocupar el reinado de Israel y lo hizo hacer un juramento de apoyo perenne para él y para su familia en su futuro reinado.
Tremenda lección de humildad, desprendimiento, sabiduría y discernimiento que hizo grande a Jonatan. Estos valores espirituales deberían acompañar permanentemente a todo seguidor de Jesús para evitar tropiezos y momentos amargos en la vida.
Dios te bendiga.
Teófilo Segovia Salazar
Pastor y comunicador