(Luis y Hannia Fernández – Pastores y consejeros).-
El conflicto humano es una situación en que dos o más individuosentran en confrontación u oposición.
En el matrimonio, los conflictos son sumamente frecuentes y siempre están basados en actitudes egoístas o puntos de vista antagonistas. El matrimonio más que ningún otro tipo de relación humana está expuesta a los conflictos, debido a que tienen que tomar muchas decisiones en conjunto en el diario vivir.
No es fácil convivir con otra persona que con frecuencia piensa diferente a nosotros y se queja, reclama, o intenta imponer su criterio para resolver las situaciones que se presentan en la vida diaria. Tampoco es fácil convivir con personas que no toman en cuenta tus sentimientos o tus pensamientos. No es nada fácil convivir con una persona que te lastima con su manera de ser, o que se porta indiferente a tus deseos y necesidades.
Solamente existe una manera de poder convivir con otra persona y ser verdaderamente feliz. La biblia nos enseña que Dios es amor y que si nos conectamos sinceramente a Él, su amor puede darnos la capacidad de ser flexibles y tolerantes; perdonadores, mansos y pacientes. 1ª Cor 13:4-7, dice: «El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, sino que se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta».
Este versículo bíblico expresa la capacidad del amor de Dios. Este es el amor ágape. Es el amor de Dios. Los seres humanos necesitamos aprender a vivir con este tipo de amor para poder vivir con el mínimo de conflictos en la vida. Pero como la fuente de este tipo de amor es Dios, no hay otra manera de obtenerlo que conectándonos a Él. Entre mayor sea nuestra conexión con el Dios de la vida, mayor será nuestra capacidad de amar. Es imposible amar con este tipo de amor si no estamos verdaderamente conectados a Dios.
El divorcio, los maltratos o la indiferencia en el matrimonio, es la consecuencia de ausencia de amor, verbigracia, por falta de conexión verdadera con la única y verdadera fuente del amor. En el Evangelio de Mateo cap. 19 le preguntaron a Jesucristo: ¿Por qué, pues, mandó Moisés darle carta de divorcio a la mujer y repudiarla? Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón.
La dureza de corazón, expresa una persona que se niega a amar, a perdonar y que se enfoca básicamente en sus intereses egoístas, en lo que desea o le conviene. Esta es una actitud que siempre va a provocar conflictos. Un corazón conectado a Dios, tiene la capacidad de vencer el egoísmo, el orgullo y la intolerancia, para aceptar a su cónyuge así tan diferente como sea y estar dispuesto a procurar el bienestar de él o ella.
Como conectarte a la única fuente inagotable de amor verdadero, nuestro Padre Celestial? En el evangelio de Juan cap. 15:5,9-10 Jesucristo afirma: «el que permanece en mí y yo en él, éste lleva mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer… Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor… Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor».
La meditación en la Palabra de Dios para obedecerla incondicionalmente, nos permitirá permanecer en el amor de nuestro Padre Celestial. Y permanecer en su amor, nos dará la capacidad de superar la mayoría de los conflictos en nuestra vida. Entra en oración ahora mismo; pídele perdón a Dios por haber estado alejado de Él y toma la decisión de conectarte a su palabra para vivirla como Él la enseña. El Espíritu Santo te ayudará y lo lograrás.
Tu matrimonio y tu familia son el tesoro más valioso que Dios te ha dado. CUÍDALOS.
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