“Honra a tu padre y a tu madre —que es el primer mandamiento con promesa— para que te vaya bien y disfrutes de una larga vida en la tierra” (Efesios 6:2-3). Este mandamiento con promesa es, para cualquier joven cristiano, un principio de vida.
Pero algunas veces las circunstancias de la vida se presentan de manera adversa, como cuando los padres son inconversos. Entonces en el corazón surgen algunas preguntas, tales como…
¿CÓMO DEBE SER MI RELACIÓN CON ELLOS?
Jesús anticipó que nuestros enemigos podrían surgir de la misma familia (Mateo 10:36). Ahora bien, esto no significa que el joven deba tener una actitud hostil hacia sus padres, sino todo lo contrario; la enemistad es espiritual, y por lo tanto la batalla también debe darse en esta área.
La convivencia tendría que ser normal, pues nuestro objetivo es ganarlos para el Señor.
¿DEBO OBEDECER Y HONRARLOS IGUAL?
La actitud debe ser de respeto, honra y sometimiento. El hecho de que los padres no sean de la misma fe, no les resta autoridad sobre nuestras vidas. Las autoridades de un país o ciudad muchas veces no son cristianos; sin embargo, les debemos honra, ¡cuánto más a los padres con quienes tenemos una relación íntima! La predisposición a obedecer del joven demuestra la actitud del corazón.
¿Y SI ME PROHÍBEN IR A LA IGLESIA?
Aquí la cuestión es sumamente delicada, porque en cuestiones de fe, un inconverso no tiene influencia o autoridad sobre el creyente. Sin embargo, el joven deberá ser sabio al tratar esta cuestión con sus padres.
El no asistir a una reunión de la iglesia no significa abandonar la fe; es posible que la iglesia pueda visitar al joven y tener comunión con él. El líder juvenil puede mediar a favor del joven. Los padres pueden prohibir la asistencia al culto público, pero no la oración, el ayuno y la adoración privada.
¿EN QUÉ CIRCUNSTANCIAS DEBO DESOBEDECERLOS?
Cuando los padres inconversos toman una actitud y posición totalmente contraria a los principios bíblicos, el joven deberá elegir “obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:29). Ningún creyente está obligado a pecar por presión de otros. Los discípulos prefirieron sufrir azotes antes que negar su fe (Hechos 5:40).
Al llegar a esta decisión extrema, es necesario el previo consejo y acompañamiento pastoral.
La Biblia habla de la relación de un creyente con un incrédulo, y los Padres incrédulos, ¿cómo vivir con ellos?
La presión de vivir con padres inconversos provee algunos principios de convivencia:
1. El poder del testimonio: Cuando los padres son inconversos, una de las mejores maneras de ganarlos es mediante el testimonio de vida. El diario vivir con los padres no cristianos puede marcar la diferencia para un evangelismo sencillo.
2. Obediencia por causa del Señor: La buena actitud es necesaria y saludable para la buena relación; el creyente procurará vivir en paz con todos (Romanos 12:18).
3. Priorizar la relación familiar: Para Dios la familia representa la primera iglesia, y nadie debería rechazar, negar o menospreciar a su familia nuclear solo porque no comparten la misma fe.
4. Estar dispuesto a todo por el Señor: Cuando las circunstancias obligan, entonces nuestra prioridad es el Señor y su Palabra, aunque esto nos cueste la relación con familiares, amigos, etc.
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Miguel Gill
Pastor, teólogo y docente
pstormiguel@gmail.com