La llenura del Espíritu Santo sirve para que la Palabra será ministrada con todo denuedo, la vida cristiana se podrá vivir con abnegación, y la cosecha de almas será abundante para gloria de Dios
Entre las grandes peticiones de un auténtico hijo de Dios, no debe faltar esta: ¡Oh Dios, lléname de ti!
Recuerdo haber cantado mucho ese himno cuando era muy joven, “Oh lléname de ti, lléname de ti, lléname hoy, que yo como Samuel pueda decir, “Heme aquí, Señor”, lléname hoy”.
En verdad, la llenura del Espíritu Santo es algo para lo cual estamos hechos. Y el Señor lo tenía reservado, como dice la Palabra, “proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros” (Hebreos 11:40).
Miremos algunos aspectos sobre esto:
Primero, en el Antiguo Testamento la llenura del Espíritu no era un estado permanente.
Esta carencia era debido a que el precio por el pecado del mundo no había sido aún pagado en forma absoluta. Por tanto, el Espíritu Santo venía en forma intermitente sobre profetas, sacerdotes y reyes.
El libro de los Jueces pone al relieve la necesidad del poder del Espíritu Santo para hacer proezas, como hicieron jueces de la talla de Gedeón, Débora, y Sansón, entre otros. Todo el que aspira a servir a Dios plenamente, debe pedirle que lo llene de su Espíritu. Esa fue la Palabra que dijo Dios a Zorobabel: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zacarías 4:6).
Uno de los ejemplos más elocuentes de ello fue cuando el Espíritu de Dios vino sobre Saúl después que Samuel lo ungió para reinar sobre Israel. Cuando el Espíritu vino sobre él con poder, Saúl profetizó junto a una compañía de profetas, y desde ahí se dijo: “¿También Saúl entre los profetas?” (1 Samuel 10:10-12).
Segundo, en el Nuevo Testamento hay evidencias que demuestren la necesidad de la llenura del Espíritu para el servicio eficiente del santo ministerio.
Por ejemplo, después de su resurrección, Jesús se reunió con sus discípulos y sopló sobre ellos, y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo” (Juan 20:22). Pero antes de irse al cielo desde Betania, enfatizó la necesidad de la llenura del Espíritu al decirles: “… quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder de lo alto” (Lucas 24:49).
Diez días después de la ascensión del Señor, estando todos reunidos en el aposento alto, de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo. Como efecto de aquella llenura sobrenatural, los discípulos pudieron hablar en otras lenguas, y Pedro predicó en el poder del Espíritu con una revelación bien clara sobre el significado de la muerte expiatoria de Cristo, y de su resurrección y ascensión a la diestra del Padre. Como resultado de aquel mensaje fogoso, unas tres mil personas recibieron su Palabra, fueron bautizados y añadidos a la iglesia (Hechos 2).
Pero, en tercer lugar, hay evidencias en la Biblia que la llenura del Espíritu Santo se debe buscar continuamente.
Los mismos apóstoles que habían sido llenos en el Aposento Alto, cuando fueron perseguidos por su fe, oraron unánimemente con los hermanos de la iglesia, y el lugar en que estaban congregados tembló, y otra vez todos fueron llenos del Espíritu Santo. ¿Para qué les sirvió? Hablaban con denuedo la Palabra de Dios (Hechos 4:31).
Finalmente, debemos entender que la llenura del Espíritu Santo se obtiene por los métodos revelados en la Palabra de Dios.
Primero, se recibe a través de la oración propia del que lo desea. En el contexto del descenso del Espíritu Santo en el Aposento Alto sobre aquellos ciento veinte, los mismos habían permanecido en oración y ruego, por espacio de diez días. Jesús dejó ver que el Padre dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan (Lucas 11:13). Y Santiago revela que no tenemos lo que deseamos porque no pedimos. Así que, si quieres ser lleno del Espíritu, comienza a pedirlo hoy mismo y únete a pedirlo con otros que también lo desean.
Segundo, la llenura del Espíritu se recibe por fe.
Por eso Pablo preguntó a ciertos discípulos que encontró en Éfeso: “¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?” (Hechos 19:2). La pregunta sugiere que la fe y la llenura del Espíritu Santo van de la mano. Debemos creer que la promesa del Espíritu es fiel, y así recibirla por fe. Aquellos doce hombres ni siquiera sabían si había Espíritu Santo, y solo habían conocido el bautismo de Juan. Entonces fueron bautizados en el Nombre del Señor Jesús, o sea, tal como Jesús lo había ordenado en Mateo 28:19.
De inmediato aparece el tercer método para recibir la llenura del Espíritu Santo. Esto es, la imposición de las manos de los ministros. Pablo puso sus manos sobre aquellos discípulos, y fueron llenos del Espíritu Santo y hablaban en lenguas y profetizaban (Hechos 19:6).
Este fue el mismo método que ya había sido probado en Samaria donde muchos habían sido salvos por el mensaje de Cristo que Felipe predicaba. Pedro y Juan vinieron desde Jerusalén y oraron por los creyentes, a fin de que el Espíritu Santo viniese sobre ellos. Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo (Hechos 8:14-17).
Mencionemos, por último, la recomendación de la Palabra en Efesios 5:18-20, donde se evidencia la importancia del culto de alabanza de la iglesia en la llenura del Espíritu Santo:
“No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, antes bien, sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”.
Amados, si queremos recibir esta llenura, tenemos que creer que para nosotros es también la promesa (Hechos 2:39), y pedirla con fe. Este mundo en crisis necesita hombres y mujeres, jóvenes, adultos y ancianos, que estén llenos del Espíritu Santo. ¿Para qué servirá esto? La Palabra será ministrada con todo denuedo, la vida cristiana se podrá vivir con abnegación, y la cosecha de almas será abundante para gloria de Dios.
¡Comienza hoy a buscar, la llenura del Espíritu Santo!
Eliseo Rodríguez
Pastor, teólogo y escritor